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Cultural Teatro


Braulio Álvarez baila y triunfa en Tokio 


Publicación:12-08-2019
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Además de prepararse en México y en Hamburgo, trabajar con uno de los coreógrafos más importantes del planeta y bailar en la Ópera de París, hablar el idioma

México.- Braulio Álvarez (Ciudad de México, 9 de julio de 1990) es el primer extranjero en ocupar el puesto de bailarín solista en el Ballet de Tokio, ciudad japonesa a la que llegó hace tres años, y como artista siente el deber de expresar algo, en tanto que como mexicano pretende devolver a su país algo de lo mucho que le ha dado, en este caso, en orgullo y renombre.

      "Ser parte de una compañía de esa naturaleza es un logro enorme. Como bailarín, sembré en mi carrera todo mi esfuerzo y dedicación para cursar los estudios necesarios, y ahora ejercer profesionalmente en una agrupación como esa es similar a recoger un fruto fabuloso. Hay muchísimos bailarines de excelencia que, por alguna razón, aún no han alcanzado este nivel", sostiene. 

      Con cierta modestia, durante una entrevista con Notimex acredita su actual posición a todo lo experimentado a lo largo de su trayectoria. Habla de su carrera, que inició en la capital mexicana con entrenamiento en danza clásica, y de la perseverancia cotidiana para alcanzar sus metas a pesar de las limitaciones económicas, que casi nunca faltan.

      ?En ocasiones, al estar en Europa la parte económica ya no es un problema, por lo que uno se debe centrar su energía y pensamiento en mejorar la parte técnica y ser cada día mejor artista.

      »¿Por qué llegué al Ballet de Tokio? Porque además de prepararme en México lo hice en Hamburgo, Alemania, donde nueve años formé parte del ballet local, el cual me brindó una experiencia muy importante porque trabajé con uno de los coreógrafos más importantes del mundo, porque bailé en uno de los escenarios más famosos del planeta como es la Ópera de París y porque hablo el idioma japonés.

      Braulio Álvarez manifiesta un fuerte interés, personal y profesional, en conocer las diferentes culturas que hay en el mundo y aceptarlas; al respecto asegura que está alejado de la idea de que la suya, en la que fue criado, es la única cultura sobre la Tierra, la correcta o la mejor.

      ?De todo y de todos se puede aprender. Lo sé desde que tengo memoria, cuando comencé a bailar en los salones donde mi mamá, la bailarina, coreógrafa y promotora cultural Claudia Irasema de la Parra Peniche, ahora presidente de la Sociedad Mexicana de Maestros de Danza, daba sus clases en esta ciudad. 

      ?Cuando tenía 11 años "decidí que quería ser bailarín profesional, así que exigí más clases y entrenamiento; a los 15 fui dos años a estudiar en una escuela de artes en California y de ahí a un concurso en Suiza donde tuve buenos resultados, lo que me granjeó una beca para el Ballet de Hamburgo. 

      Estudió dos años, tras los cuales lo contrataron como integrante del cuerpo de baile y así permaneció siete años más; "me observaron y contrataron en el Ballet de Tokio", relata casi sin tomar aliento.

El año del gran despegue 

      En 2016 ingresó a las filas del Ballet de Tokio como segundo solista y pocos meses después fue ascendido a solista.

      Japón le ha enseñado mucho, por ejemplo, que es una cultura y una sociedad a la que no se puede llegar y simplemente decir “tengan, yo quiero darles tal o cual cosa”. El asunto es más serio y, quizá, complicado. Así lo describe el entrevistado:

      ?Los japoneses nos tiene que aceptar y para eso hace falta que perciban que uno está abierto a aprender su cultura, a no juzgarlos ni sentirse mejor por ser extranjero. No es volverse uno de ellos, sino saber cómo son las cosas, aprender de su disciplina, de sus danzas, de sus artes antiguas. Una vez que yo entendí su pensamiento y filosofía, pude entonces ofrecer mi cultura latina, calurosa.

      »Compartiendo de esa forma la idea de que el escenario es para transmitir emociones, no para mantenerlas ocultas, y que cuando uno quiere hacer algo y alcanzar escaños más altos, tiene que trabajar por ello. En Japón es muy difícil para un joven poder ascender porque las jerarquías son muy rígidas; la gente de arriba, por antigüedad, no deja que la de abajo se mueva, sin importar los estudios o el talento que tenga. Eso hace que muchos jóvenes se desanimen.

      Al aprender todo lo anterior, Braulio Álvarez comenzó con sus aportaciones:

      ?En Japón ofrezco toda mi experiencia: de bailarín en distintas compañías del mundo; de coreógrafo, que aporta mis obras propias, y de académico, pues soy maestro principal de varones en el Ballet de Tokio.

      »Ofrezco lo que sé que se necesita para convertirse en un bailarín exitoso en Europa, que es mucho más que la limpieza y la perfección técnica, es decir la parte emocional, porque sin esa parte que nace del alma, del corazón y del sentimiento, el bailarín ni siquiera es volteado a ver en Europa ?añade con convicción.

      De acuerdo con el entrevistado, haber vivido en México, Estados Unidos y Alemania le permite dar a sus estudiantes y al público que ve sus coreografías o lo observa bailar, un poco de lo que ha vivido, no transmitido en palabras, sino en movimientos y acaso con música mexicana, que en Japón no se conoce mucho.



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