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Tecnología 5G, ¿un gran negocio?


Publicación:27-08-2019
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Los operadores argumentan que el 5G ofrecerá un servicio más fiable en todos los sentidos, desde el streaming hasta experiencias de realidad virtual

¿Cómo se calcula el precio de una licencia de telecomunicaciones? Para los operadores chinos son gratuitas, porque Pekín quiere llevar la tecnología 5G a todo el país.

Sin embargo, en algunas partes de Europa, las últimas subastas han sido tan caras que alguna compañía ha tenido que recortar sus dividendos. En EEUU, donde el presidente Donald Trump ha declarado que “la carrera por el 5G es una batalla que América tiene que ganar”, las licencias se venden a precios más bajos que nunca.

La respuesta a la cuestión determinará no sólo el futuro de la industria de la telefonía móvil sino de los propios operadores, y también tendrá un impacto importante en la próxima fase del desarrollo de la economía digital.

Los operadores argumentan que el 5G ofrecerá un servicio más fiable en todos los sentidos, desde el streaming hasta experiencias de realidad virtual avanzadas.

Los gobiernos ven la carrera hacia la nueva tecnología como algo fundamental, en un mundo lleno de ciudades inteligentes, coches autónomos y fábricas automatizadas donde las redes más rápidas gestionen las enormes cantidades de datos generadas por las nuevas industrias.

Acceso
Para los operadores de telecomunicaciones, las licencias son la manera de acceder a las infraestructuras que serán fundamentales para tener éxito en el futuro e incluso para garantizar su existencia.

En el caso de los gobiernos, el asunto no es menos importante, aunque algunas administraciones con problemas económicos se preguntan cómo encontrar un equilibrio entre captar miles de millones de un sector que quiere reducir costes, al tiempo que estimulan la inversión en el rápido despliegue de las redes 5G.

Significa que dos décadas después de que las subastas del espectro 3G ocuparan los titulares por alcanzar precios récord -lo que provocó la quiebra de algunos operadores-, se está fraguando un nuevo boom de precios del espectro.

El espacio radioeléctrico utilizado para todo tipo de aplicaciones, desde satélites hasta la emisión de televisión analógica y los micrófonos inalámbricos utilizados en teatros, se está vendiendo a la industria de las telecomunicaciones para uso comercial y para cubrir la insaciable demanda de datos de los consumidores.

Aun así, en opinión de Jay Goldberg, de la consultora D2D Advisory, a pesar de esta euforia los operadores no saben si obtendrán beneficios de la nueva tecnología inalámbrica. Mucho depende del lanzamiento del espectro para cumplir con la promesa del 5G sin que los operadores quiebren, como casi ocurrió con el 3G.

“El riesgo está en que el 5G necesite compras de espectro que sólo empezarán a ser rentables dentro de diez años”, explica Goldberg.

La carrera entre países como China, Corea del Sur, EEUU y Reino Unido -por ser el primero en lanzar el 5G ha dado lugar a un debate sobre quién dominará la próxima generación de telefonía inalámbrica y cosechará la mayor parte de los beneficios-. La guerra comercial entre EEUU y China ha generado una batalla por el 5G y sobre el papel del proveedor de equipos Huawei en la industria global.

En junio, China concedió sus licencias de espectro a la red de telecomunicaciones del país en lugar de venderlas. En julio, EEUU anunció la mayor subasta de su historia, que ofrecerá un espectro de ondas milimétricas de alta frecuencia que promoverá el desarrollo de 5G, el Internet de las Cosas y otros servicios avanzados.

Otros gobiernos consideran el espectro -formado por las ondas que se utilizan para transportar señales electromagnéticas- como una máquina de hacer dinero. El regulador de telecomunicaciones de India acaba de proponer una subasta de espectro de 5G a un precio un 40% por encima de lo que cobran otros mercados de Asia.

Las subastas en Italia y Alemania han recaudado grandes cantidades de dinero. Vodafone se vio obligado a recortar el dividendo por primera vez en su historia a raíz de la subasta de Alemania, y entre advertencias del sector de que, cuanto más se gaste en espectro, menos dinero tendrán para desarrollar una red en condiciones.

Sin embargo, esta amenaza no parece haber surtido efecto entre los políticos europeos, que quieren desplegar su red 5G cuanto antes, pero no parecen dispuestos a poner un límite a los precios del espectro. Según la consultora MTN Consulting, entre 2011 y 2018 los precios del espectro representaron una media del 11,4% del gasto del sector.

Este debate coincide con una nueva ronda de subastas que tendrán lugar en los próximos meses en países como Reino Unido, India, EEUU y Francia.

Todas estas operaciones servirán de guía para saber cuáles son las prioridades de los distintos gobiernos en relación al despliegue del 5G.

“Algunos países ven esto como una forma de recaudar impuestos del sector en lugar de ayudar a las nuevas tecnologías”, lamenta Enrique Lloves, responsable de estrategia de Telefónica. “Este dinero no está volviendo a la industria y es algo que nos preocupa por nosotros, por los consumidores y por la economía”, añade.

Otros ejecutivos cuestionan que los elevados costes del espectro incidan directamente en lo que pagan los consumidores. “No hay pruebas de que los precios más altos del espectro hayan incrementado las tarifas que pagan los consumidores”, explica Paul Klemperer, el principal artífice de la subasta 3G en Reino Unido en 2000. “Si heredo una casa gratis, eso no significa que como propietario, no vaya a cobrar por el alquiler”, sostiene.

Pero los operadores se enfrentan a un gran dilema: pagar demasiado y no poder desplegar una red o pagar muy poco y perder el acceso al 5G, los clientes y, posiblemente su negocio.

Los operadores europeos recuerdan el caso de Tele2 como un ejemplo de cuando las cosas van mal. La empresa fue la gran perjudicada de la subasta de licencias 4G en Noruega en 2013. Tras la entrada de una nueva compañía avalada por el magnate Len Blavatnik, Tele2 se vio obligada a salir de Noruega a los pocos meses.

El rápido crecimiento de la telefonía móvil en la década de los noventa y el valor adjudicado a las ondas electromagnéticas creó el sistema de subastas que adjudica licencias. Al principio, el espectro se agrupaba y se entregaba por cantidades simbólicas a operadores como BT Cellnet y Racal Electronics, la empresa de defensa de la que surgió Vodafone en Reino Unido. En 15 años, esas licencias se convirtieron en una industria de miles de millones de dólares que había surgido de la nada.


En 2000, se produjo una subasta 3G de Reino Unido en la que se recaudaron 22.500 millones de libras de cinco operadores, lo que supuso un punto de inflexión para el crecimiento de la industria de telefonía móvil en Europa y para el valor adjudicado al espectro. Pero esta euforia duró poco después de las decepcionantes subastas 3G que tuvieron lugar en Italia, Holanda y Suiza.

El valor del espectro cayó rápidamente después de que las mayores empresas de telecomunicaciones europeas invirtieran demasiado para entrar en el mercado 3G.

BT se vio obligada a segregar su división móvil después de que las subastas en Reino Unido y Alemania dispararan su deuda. Trece años después, la subasta 4G de Reino Unido recaudó 2.300 millones de libras, muy por debajo de lo esperado.

El éxito de una subasta lo determina una serie de factores entre los que se encuentra el número de licencias que se ofrecen, la cantidad de espectro que se saca a la venta y las condiciones asociadas a cada licencia. Pueden diseñarse para fomentar la entrada de nuevos operadores, al ofrecer más licencias que redes o para limitar a las compañías más grandes que ya tienen enormes reservas de espectro.

El modo en el que se dividen los bloques de espectro también puede tener sus consecuencias. Si los lotes son prácticamente iguales se reducirán las tensiones que genera la competencia, al contrario de lo que ocurre en Italia, donde los operadores luchan por no quedarse en inferioridad de condiciones.

Un mal diseño también puede provocar alteraciones en el mercado si algunos operadores pagan demasiado por el espectro y obtienen menos de lo que necesitan para competir. “Es muy difícil saber cuál sería la mejor estrategia. Estas operaciones son demasiado complicadas”, dice un economista especializado en subastas de espectro.

Durante un tiempo no hubo ningún problema. El hecho de que el 3G no respondiera a las expectativas creadas afectó negativamente a las subastas. En 2016 y 2017, las subastas de Eslovaquia, España, Irlanda y la República Checa generaron unos ingresos más bien modestos. Eso cambió en 2018 con la venta de espectro que puede usarse para los servicios 5G. Aunque los 1.350 millones de libras que pagaron cuatro operadores británicos parecieron poca cantidad, con menos espectro a la venta, el precio por megahercio duplicó las expectativas del mercado.

Italia
El Gobierno populista italiano captó6.500 millones de euros en una subasta el pasado octubre, que había sido organizada para que sólo dos de las cuatro redes móviles del país tuvieran grandes bloques de espectro. Nick Read, consejero delegado de Vodafone, que pagó 2.400 millones por su parte de espectro en Italia, cree que el diseño de la “subasta artificial” no propició unas condiciones justas.

Esto ha tenido efectos muy negativos en el sector. Los ejecutivos, presionados por tener que invertir miles de millones en 5G y en el despliegue de redes, han tenido que pagar verdaderas fortunas para conseguir sus objetivos. La subasta italiana fijó un precio por MHz de 0,35 euros per cápita lo que contrasta con los0,036 euros de Finlandia en una subasta que tuvo lugar la misma semana.

En junio, Alemania recaudó 6.600 millones -más del doble de lo esperado – de una subasta 5G. La oferta subió por la decisión de Berlín de destinar un 25% del espectro para sectores como el del automóvil que quieren usar las últimas tecnologías para desarrollar nuevos métodos de fabricación. Eso creó escasez entre los cuatro operadores restantes que quieren espectro para usos comerciales.

Dirk Wössner, miembro del consejo de Deutsche Telekom, asegura que los altos precios “han dejado un sabor amargo”. “El precio podría haber sido mucho más bajo. Los operadores ahora no tienen mucho dinero para ampliar sus redes”, lamentó.

Ante la pregunta de si la próxima subasta de Reino Unido podría convertirse en otra batalla, Philip Jansen, consejero delegado de BT. respondió que “espero que no. No ayuda a nadie”.

No se sabe si los resultados de la subasta serán una pesadilla para Alemania e Italia -teniendo en cuenta que al 5G le falta mucho para convertirse en un servicio mayoritario-.

Pero el debate sobre cómo repartir el espectro afecta incluso a países que intentan ganar la carrera repartiéndolo entre las redes lo más rápido posible. Jessica Rosenworcel, comisaria de la Comisión Federal de Comunicaciones, que gestiona las subastas de espectro de EEUU, cree que son necesarios nuevos operadores en el mercado.

“Las últimas subastas de EEUU no han tenido la demanda registrada en el pasado”, explica.



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