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Rodrigo Ayala Improvisación e intuición creadoras


Publicación:11-09-2019
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A partir del siglo XX las nuevas artes han generado cambios impresionantes compartidos con el diseño, la moda

A partir del siglo XX las nuevas artes han generado cambios impresionantes compartidos con el diseño, la moda y una serie de estrategias encaminadas a crear ideología y participar en la vida pública. “Pareciera que hay un negocio, más que un discurso; más que una voz individual, una voz colectiva trabajando para quién sabe qué intereses”, considera Rodrigo Ayala quien actualmente expone Megaciudad-Intimidades.

México.- Rodrigo Ayala Murúa Beltrán (Cuernavaca, 1967) dice que “si no hay experiencia estética en quien construye un discurso al ejercitar las bellas artes (música, danza, literatura, arquitectura, escultura, pintura, cine) no hay manera de que, para cerrar el círculo virtuoso de la comunicación, nazca la experiencia estética en el espectador”:

      ?Sin duda hay numerosos discursos contemporáneos que por eso no entran en las bellas artes. Son el juego de “mueve-objetos” y “sublima-nada” que practican algunos artistas conceptuales. Consecuentemente, me pregunto: ¿dónde queda la necesidad transformadora que demanda el arte? Al menos, debe haber un conocimiento teórico y práctico, sensibilidad, y el deseo de compartir algo con alguien.

      Entrevistado por Notimex, el pintor ?que con su exposición Megaciudad-Intimidades irrumpiera el pasado 22 de agosto en las salas del Museo de la Ciudad de México a través de 19 obras que permanecerán ahí hasta el 13 de octubre? acota que “los discursos heroicos vertidos al asumir problemas de género y otros afines a veces se confunden con lo que realmente es un discurso estético”.

La mirada prismática

Del otro lado de la moneda están creadores como Rodrigo Ayala, quien define su obra de la siguiente manera:

      ?Aunque ha evolucionado, mi trabajo siempre ha sido un constante diálogo con la tradición en la pintura, con sus herramientas técnicas y sus discursos estéticos. Por lo mismo, la serie que ahora presento tiene que ver con el Manifiesto Ultraísta [movimiento literario que se gestó en España en 1918 en oposición al modernismo] que formuló Jorge Luis Borges en Madrid referido a la idea de que lo que se quedó en el siglo XIX fue la estética pasiva de los espejos; es decir, la necesidad realista. Y lo que nació en el siglo XX es la estética activa de los prismas, la mirada prismática que me encanta, y adopto en cada obra porque nunca tengo un guión previo: trabajo con la improvisación, algunas intuiciones y con estrategias técnicas, ópticas y discursivas muy claras.

      Lo que define su trabajo plástico tiene que ver con la idea “de rebasar la mera necesidad contemplativa, mimética y realista”, de ahí la importancia del azar expresivo como detonador para la modificación compositiva, que “desordena y vuelve a ordenar” las visiones del artista.

      Rodrigo Ayala sigue pintando y si bien ha hecho ciertas instalaciones y otro tipo de experiencias espaciales y estéticas, siempre ha regresado a la pintura

¿Cuál es el trabajo del artista?

El artista, quien cruzó la frontera de los siglos XX y XXI con una mirada puesta en el XIX, añade a sus declaraciones que la mejor forma de estar en la modernidad es con ideas nuevas y en busca de discursos novedosos, a pesar de que, confiesa, siempre ha tenido un cierto cuestionamiento a la tecnología. Así lo expresa:

      ?Desde el momento en que nace la fotografía, luego el cine y la tecnología que todavía permea la vida cotidiana, como señala la teoría de Borges, ¿cuál es el trabajo del artista? En la pintura sigo viendo esa complejidad de lenguaje. Lenguajes anteriores y posteriores convergen en la pintura, como en las alusiones al cine y al teatro que hago en Megaciudad-Intimidades donde rindo homenaje a Ava Gardner, Bertolt Brech, John Wayne y otros personajes míticos, porque la pintura me da la posibilidad de ir y venir en el tiempo.

      Algún día, quizá no muy lejano, el entrevistado podrá pintar algo de lo que pasa actualmente, aunque su idea de estar en el mundo descansa en la convicción de crear obras frescas y con nuevas ideas. Artista con mucho aún por dar, ofrece durante la entrevista pinceladas de la ruta que sigue su carrera artística.

El paisaje y la naturaleza

?Sigo y seguiré buscando. Después de reflexionar el discurso del ultraísmo encontré nuevas vertientes para mi trabajo. Algo sintomático en estos tiempos es que yo, siempre fascinado por la arquitectura y la geometría, actualmente germino una idea: que la naturaleza comience a invadir mi obra. Esa mirada de la naturaleza y el paisaje cada día está más cerca de mi obra. Allí nacen nuevos predicados, otras formas de trabajar, otra paleta de colores y otra manera de crear. ¿Me preguntas que para dónde va mi trabajo? Va hacia el paisaje y la naturaleza, porque entre otras cosas vivimos la adversidad del incendio de la Amazonia, la contaminación del aire, de la tierra y del mar, y otras calamidades ?enfatiza.

      Rodrigo Ayala hace un ejercicio de modestia. Piensa, y así lo asume, que es uno de esos ilusos seres que creció con una escuela formalista, con el geometrismo y la Generación de la Ruptura que lo marcó de modo perenne. Sigue con esa reflexión sin dejar de aportar nuevas ideas a esos rigores geométricos. Trabaja con esas redes y juegos de geometría e inventó un híbrido, porque se considera semiabstracto y siempre le ha interesado la perspectiva:

      ?En ese hibridismo hay una buena, mas no por ello menos modesta, aportación al arte. Paradójicamente, durante 15 años he pedido una beca al Sistema Nacional de Creadores de Arte, programa del gobierno federal que estimula a artistas mayores de 35 años de edad, y hasta hoy no me la han otorgado; sí, sí hay una aportación en mi trabajo de México para el mundo.

      En otro orden de cosas, el pintor menciona orgulloso que recientemente concluyó su tesis de maestría en artes visuales en la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM. Regresó a las aulas, precisamente por su necesidad de contribuir y devolver, no solamente a la Máxima Casa de Estudios o al país algo de lo mucho que ha aprendido, sino también para recordar a Borges, al ultraísmo literario y al cubismo, elementos del hibridismo del que habla:

      ?De esa manera aporto mi visión, hecha obra en torno a un momento histórico y las vanguardias que se diluyeron después de la Segunda Guerra Mundial, dando paso al discurso posmoderno nacido en los años setenta que permanece como reclamo de los teóricos y de los nuevos artistas que, se dice, nos traicionaron porque no cambiaron el mundo.



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