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Historias de la Inquisición


Publicación:08-11-2019
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El director habla sobre la puesta en escena Libros y amores que fueron pecados para la Inquisición.

Y lamenta que hoy en día no exista una identidad que salve a las personas de la barbarie

México.— La Compañía Nacional de Teatro Clásico Fénix Novohispano presentará la obra Libros y amores que fueron pecados para la Inquisición, en la que se recrearán juicios realizados por el Santo Oficio en los tiempos de la Nueva España.

      La obra es fruto de una intensa investigación que a su director, Francisco Hernández Ramos, le ha llevado 20 años, y que ha utilizado en diferentes producciones que la compañía ha realizado en otras ocasiones.

      “En todos estos años he leído mucha información de personajes que fueron juzgados por la Inquisición, que tuvieron alguna relación con el cabildo, con la Catedral. Me he dedicado mucho a la investigación y dentro de esas lecturas me encontré a varios personajes que necesitaban tener una voz”, explica en entrevista con Notimex.

      De todas las historias que llegó a conocer, hubo cinco que decidió dramatizar no sólo porque le apasionaron, también porque tienen cierta vigencia en los tiempos actuales:

      —A pesar de que hoy se habla de tolerancia, equidad de género y una serie de valores más latentes, la verdad es que seguimos con una falta de equidad en nuestro pensamiento. Para mí, era importante darle voz a estos cinco personajes que, aunque tuvieron un juicio, no pudieron decir su verdad ni explicar por qué pensaban de esa manera. Eso es lo que buscamos con este espectáculo.

      Libros y amores que fueron pecados para la Inquisición —que se presentará 9 y 30 de noviembre en el Antiguo Palacio de la Inquisición— combina drama con documental; aunque los casos son reales, Hernández Ramos añade un texto a los personajes para hacerlos hablar:

      —Hice el texto dramático generando sus líneas de pensamiento para que la gente conociera qué es en verdad la libertad del ser humano, qué significa expresar lo que uno piensa y siente.

Una obra teatral con casos reales de la Inquisición

Con una notable pasión por la historia, que a su vez le brinda una interesante facilidad para recordar nombres y fechas, Francisco Hernández platica uno de los casos que investigó y plasmó en su puesta en escena.

      —Por ejemplo, Melchor Pérez de Soto fue un personaje que vivió en el barroco, en el siglo XVII, y era un gran lector, tenía una de las bibliotecas particulares más ricas de la época novohispana. Pero tenía un problema: no sabía latín. Tenía libros de quiromancia, libros de lectura de la mano que le interesaban, pero al no saber latín contrató a un bachiller y éste lo delató ante la Inquisición por leer libros prohibidos. Estamos hablando del siglo XVII, 1670-1680.

      A partir de este caso, el director reconstruye su juicio con la particularidad de que en esta ocasión Pérez de Soto tiene la oportunidad de expresar su sentir ante el tribunal:

      —Ahora le damos voz. Él explica por qué debe ser libre el entendimiento humano y menciona que su intención es comprender al otro; comprender al judío, al moro, a los que no son de su mismo grupo religioso o político, quiere ser tolerante. De eso habla en su juicio.

      Para darle un sustento a la obra, el director acudió a diversas fuentes. “Algunos datos los consulté en el Archivo General de la Nación”, comenta. También acudió a la “Colección de documentos para la historia de México”, de Genaro García, “hay muchísimas cosas muy importantes publicadas ahí; pero sólo tomé los documentos referentes a la Inquisición”. Al respecto abunda:

      —Los documentos habían pertenecido a Vicente Riva Palacio, el nieto de Vicente Guerrero. Él tenía archivos de la Inquisición y don Genaro García publicó parte de ese archivo inquisitorial y de ahí investigué para el trabajo.

      Para la recreación de los juicios, el director acudió a Toribio Medina, “un chileno que se dedicó a la historia de México y América. Publicó un libro sobre la Inquisición en 1906 y ahí cuenta de muchos autos de fe que se llevaron a cabo en esta ciudad”.

 El público formará parte de la obra

La obra no es una función de teatro convencional; es una experiencia total para el espectador.

      —Primero te reciben los guías y te dan un contexto de la historia del edificio. Es una cuestión muy didáctica conocer el lugar y luego vivir cómo eran los juicios.

      Luego toman a cinco personas del público para que reciban su propia sentencia:

      —Las personas que tomamos al azar son juzgadas o el mismo público las condena. Les preguntan qué libro han leído y se menciona el índice de libros prohibidos que atentaban contra la fe católica pues uno de los temas importantes en esta puesta es la censura de la lectura.

      Francisco Hernández se expresa preocupado por los tiempos que corren ahora, en los que no es posible concebir una guía moral que delimite las acciones humanas, algo que, a su juicio, la propia Inquisición tenía.

      —Aunque la Inquisición era una institución que quería conducir el pensamiento y obrar del ser humano, tenía una justificación dentro de los marcos del catolicismo. En la actualidad no hay nada; sólo existe una desbandada de ideas y pensamientos que hacen que caigamos en un abismo donde no hay un ideal que busque igualdad o equidad. Es la misma brutalidad, la agresión por sí misma, la que hace que nuestro tiempo no tenga una bandera ideológica; es una bandera de la violencia.

      Por esta razón estima de gran importancia reconocer el valor del pensamiento novohispano pues “somos más novohispanos que mexicanos”.

      —En esta época somos maleables de múltiples maneras por no tener una visión propia como nación. Siempre estamos imitando al otro, nos falta construir quiénes somos.

      El director lamenta que sea despreciado “todo el trabajo que hicieron en el siglo XVI estos grandes hombres”, pues “ahí están las vetas para cambiar la sociedad. Tenemos un trabajo humanístico que hemos abandonado”.



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