"El contrario Luzbel", pastorela de tradición

México.— La pastorela El contrario Luzbel, obra clásica anónima del siglo XVII —la cual inició sus presentaciones en 1975 a cargo del dramaturgo y promotor cultural Alejandro Aura (1944-2008)—, forma parte del ciclo de pastorelas tradicionales que ofrece el Complejo Cultural Los Pinos.

      El contrario Luzbel se ha presentado de manera interrumpida en los escenarios gracias a María, Juan y Pablo Aura —hijos del poeta y escritor mexicano—, como un homenaje al trabajo y esfuerzo de Aura quien falleció en Madrid.

      Notimex tuvo la oportunidad de conversar con María y Pablo, este último, director actual de la obra, compartió que independiente de las creencias de cada persona, las pastorelas son una tradición mexicana y, enfatizó; “Para nosotros es un gran honor mantenerla viva y que la gente la siga disfrutando”.

      —Nos sorprende mucho y nos da mucha felicidad que la gente se involucre, los niños se ríen y uno dice ¿Cómo es posible que un texto del siglo XVII siga vigente?—, aunado a ello, Pablo declaró que cuando murió su padre, él y sus hermanos decidieron "ponerla como homenaje", sumando así 10 años en escena y, acentuó; "Para nosotros es una tradición". 

      Por su parte, María Aura manifestó que aun cuando la obra lleva tantos años en escena, conservan los vestuarios y la escenografía al óleo realizados en los 80. "Interpreto a Luzbel, que es el diablo, lo hago como un homenaje a mi papá, quien hacía este papel. Es muy emocionante para mí hacer cada año el personaje que él hacía. Uso su vestuario, bueno la capa sí es la original, y me emociona mucho sentir que estoy cobijada por él", expresó María, quien también reconoció; se encuentran haciendo algo que a su padre "le daría mucho gusto realicemos sus hijos".

      La pastorela abrió escenario desde el pasado viernes y cierra presentaciones el día de hoy domingo a las 15:00 horas en el complejo Cultural de Los Pinos, en la cual, al finalizar, compartirán con el auditorio tamales y ponche, además de la oportunidad de romper una piñata promoviendo la convivencia enmarcada por las tradiciones.