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Cultural Literatura


José Reveles mira directamente los ojos de la muerte


Publicación:23-12-2019
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El avezado periodista celebra este 2019 su septuagésimo quinto aniversario natal.

Con más de medio siglo en el periodismo de investigación, tres cuartas partes de su vida, José Reveles es la voz más autorizada sobre desaparecidos, redes de poder y narcotráfico en México. “El periodista nace, pero se hace en su diario bregar por la información”, dice el reconocido autor de 13 libros de no ficción, el primero de los cuales (Una cárcel mexicana en Buenos Aires) fue editado en 1980. El avezado periodista celebra este 2019 su septuagésimo quinto aniversario natal. Con José Reveles, asimismo, inauguramos esta sección dedicada a los periodistas y al periodismo.

 México.?En diciembre pasado fue reconocido con el Premio Nacional de Periodismo en el rubro de Trayectoria y, sin embargo, en este momento no tiene un medio dónde escribir:

      Sí me hace falta un medio, cómo no, aunque en los últimos años he dado prioridad a la escritura y edición de libros, de los cuales el más reciente es una antología de mis crónicas periodísticas: Mirando a los ojos de la muerte ?dice José Reveles (Ciudad de México, 1944), quien en este 2019 celebra sus 75 años de vida.

      A la fecha, el periodista tiene en su cuenta personal 15 libros de su autoría si incluimos el que está en proceso editorial con el tema de la desaparición forzada.

 Las semillas

Estudió en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, en la Ciudad de México, y muy pronto, en el camino, descubrió que el periodismo le encantaba, como le sigue encantando, hasta el Sol de hoy:

      Si volviera a nacer, sin duda volvería a ser periodista. Me hice lo que soy porque yo me busqué este camino. Nací y me hice periodista al mismo tiempo…

      Este noble oficio, cimentado en la honestidad, no en el negocio de la información, no debe ser vehículo para el enriquecimiento económico. A los 20 años de edad ya era ayudante de don Alejandro Avilés (1915-2005), entonces director de la Carlos Septién, con quien dio sus primeros pasos en la prensa:

      Inicié al revés, porque en lugar de recibir información de organismos o dependencias públicas o privadas, suministraba de información de los medios de comunicación, pues participé con Alejandro Avilés en la fundación del Centro Nacional de Comunicación Social, el Cencos, que hasta hoy existe.

      Esa corporación de tinte eclesial nació por fallo del Concilio Vaticano del papa bueno Juan XXIII (1881-1963), quien sacó a la iglesia católica del anquilosamiento en que se hallaba, la modernizó y puso a circular por el mundo a través de los medios de comunicación. De esa forma se instalaron delegaciones del Cencos en muchos países del planeta. 

      México fue leal a esa decisión y obedeció rápidamente la directriz de crear un Cencos a iniciativa del ingeniero, político y activista José Álvarez Icaza [1921-2010], papá del ex titular de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México: Emilio Álvarez Icaza ?quien con su esposa Luz María Longoria de Álvarez Icaza fueron el único matrimonio en el mundo que asistió a la sesión del Concilio Vaticano.

      Hasta ese día, sólo concurrían curas, obispos, canónigos, arzobispos, cardenales y otras figuras religiosas:

      Pero Juan XXIII dio un vuelco e invitó a 12 laicos. Entre ellos nada más había un matrimonio, el de esos mexicanos. Por eso los Álvarez Icaza fundaron el Cencos.

      Había áreas, en el Cencos, para atender a periodistas de radio, televisión, y prensa escrita. A José Reveles le tocaba redactar el boletín informativo, imprimirlo en mimeógrafo, rotular los sobres con el documento y entregarlos en las redacciones de los principales medios de la época. Ahí se fincaron los cimientos de su carrera:

      Estaba iniciando el año 1965 cuando, por esa actividad, pude conocer todas las redacciones. Todavía no existía El Heraldo de México ni salía El Sol de México en la capital del país, aunque ya existía la cadena fundada por el poblano José García Valseca.

      Por lo tanto, José Reveles anda rondando los 55 años de ejercicio periodístico. En la suma de su experiencia profesional contabiliza la etapa del Cencos porque en ella conoció de cerca el modus operandi de la prensa y de los periodistas, organizaba conferencias y no pocos reporteros le pedían “investigar datos duros” para los trabajos que presentarían en sus respectivas redacciones. No eran periodistas de poca monta, muchos ya eran “famosos”, de modo que así fue conociendo sus filias y sus fobias, mañas y habilidades.

      Su inicio periodístico estuvo inmerso, acaso paradójicamente, en cuestiones religiosas. ¿Cómo el reportero se introduce entonces en los asuntos sociales que afectan a la ciudadanía?

      Lo de inmerso en cuestiones religiosas fue coincidencia lógica de estar estudiando en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García a mis 20 años y que se creara el Cencos como resultado del Concilio Vaticano II, cuando Juan XXIII emprendió el aggiornamento o modernización de la iglesia, la cual debería ocuparse de mantener una presencia relevante en los medios. El propio Cencos se fue transformando hasta convertirse en vocero de causas sociales y populares, como lo es hoy. Ya en medios impresos tres años después, siempre busqué trabajar a partir de las demandas de la ciudadanía, a dar voz a familiares de desaparecidos y ex guerrilleros y a los movimientos estudiantiles y campesinos.

  

El periodismo activo

Yo tenía desde entonces la disciplina de leer periódicos, la cual se fortaleció al fundarse, en 1967, el primer servicio clasificado de información, es decir la primera Síntesis Informativa ?dice José Reveles?. A las cinco de la mañana estábamos leyendo todos los periódicos que se imprimían en esta capital. En orden de aparición: El Universal, Excélsior, La Prensa, Novedades, Ovaciones, El Día, El Sol de México y El Heraldo de México. A las ocho de la mañana estaba lista la síntesis por temas. La hacíamos en hojas tamaño carta en una máquina de escribir IBM de tipografía intercambiable (margarita) y luego pasamos al esténcil electrónico. Teníamos tecnología avanzada. Fuimos pioneros en eso.

      Los suscriptores tenían temprano una síntesis de 13 temas variados tanto internacionales como nacionales:

      Llegamos a tener más de 400 suscriptores entre funcionarios públicos, empresarios y medios de comunicación. El éxito de ese servicio fue tal que en el ocaso de 1968 Selecciones del Reader’s Digest compró las síntesis de todo ese año para hacer su anuario…

      Como iniciador de las síntesis informativas en México, haciendo apretados sumarios de los acontecimientos en el país en diversos temas, ¿cree que esta labor es ya innecesaria debido a la demasiada clasificación noticiosa en la Internet?

      Al contrario, creo que una clasificación temática, una aportación de análisis con las firmas más reconocidas, contribuye a tener un panorama global, puntos de vista diversos y plurales que nos ayude a la comprensión del diario acontecer. Mucha información no quiere decir buena información. Una eficaz síntesis puede ayudar a discriminar información banal, inútil, superficial o torpemente escandalosa. Nunca fue tan difícil discernir entre tantos datos el que en realidad importa. Hay que dudar siempre de las verdades oficiales y hurgar en los entretelones cuando algo se quiere ocultar.

      Lo cierto es que José Reveles en ese tiempo aprendió a “cruzar informaciones”, a reunir datos para que no quedaran dispersos y a darles sentido para que “la lectura fuera paciente, ordenada y fluida”:

      Me invitaron a trabajar en Novedades. Comencé a trabajar luego de hacer los exámenes de admisión respectivos, pero entre el sindicato, que era más blanco que la leche, y la empresa, que era conservadora en extremo, pasaron los meses y nunca vi mi sueldo. Sucedió que Héctor Dávalos, a la sazón jefe de información, ordenó que me contrataran ya, de inmediato. Una de mis primeras notas de ocho columnas fue la que escribí cuando el presidente Gustavo Díaz Ordaz visitó la Confederación de Trabajadores de México para inaugurar un congreso junto con Fidel Velázquez, líder eterno de la CTM.

      A los 23 años de edad había firmado su primera nota publicada. Novedades lo mandó en agosto de 1970 a Colombia para cubrir la toma de posesión de Misael Pastrana (el papá, porque su hijo también fue presidente de ese país) como mandatario para el periodo 1970-1974, luego de efectuarse las elecciones el domingo 19 de abril de ese año.

      Además de cubrir la nota para la que fue enviado, su espíritu reporteril lo llevó a buscar a los líderes de diversos grupos opositores, entre ellos del Golconda Colombia, aguerrido grupo sacerdotal integrado por sacerdotes católicos asociados que, entre finales de los años sesenta e inicios de los setenta, trabajaron juntos en la corriente llamada Teología de la Liberación, a la que en su momento perteneciera Camilo Torres, ahora considerado mártir.

      A Novedades no le gustó mi información, incluso llamó a esos clérigos “curas de sotana roja” por ser un periódico totalmente derechista ?dice José Reveles?. Mientras, la toma de posesión de Pastrana estuvo permeada por un Congreso militarizado, con barricadas de alambres de púas, donde los opositores no acudieron por considerarlo un fraude. Pero sí hubo cardenales, obispos y arzobispos. Era un gobierno donde la iglesia operaba abiertamente.

 El periodista halla su veta

Al no acudir la oposición a ese acto, el entrevistado la fue a buscar. Los opositores estaban encabezados por Eugenia Rojas Pinilla, “mujer valiente y arrojada” a quienes sus detractores llamaban La hija del dictador. Esa noche se brindó por Colombia y esas personas, entre ellas Rojas Pinilla, vieron el ocaso de las votaciones democráticas, dijeron que no había ya forma de continuar por la vía legal y que se irían a la guerrilla: tomaron las armas y nació el Movimiento 19 de Abril que pronto se conoció en el mundo como M-19:

      Me tocó ver el nacimiento de esa organización guerrillera insurgente colombiana, a la que de inmediato se adhirieron estudiantes universitarios, obreros, trabajadores, amas de casa y toda clase de colombianos que no estuvieron de acuerdo con el triunfo de Misael Pastrana Borrero sobre el general Gustavo Rojas Pinilla. De toda la información que mandé se publicaron notas reducidas a su mínima expresión. A mi regreso a México, decepcionado, pedí vacaciones, las tome y disfruté, y sólo regrese a Novedades para renunciar.

      La brecha estaba abierta y lista para que José Reveles caminara por ella el resto de su vida. Al día siguiente fue a Excélsior, dirigido de 1968 a 1976 por Julio Scherer García (1926-2015), y en el pasillo se encontró al abogado y periodista Miguel Ángel Granados Chapa (1941-2011), quien le echó porras y animó para que se integrara a la redacción de ese diario:

      Scherer me dijo que no me podía admitir porque sería como traicionar al señor Rómulo O’Farrill. Le explique que no era así, que yo quería hacer un periodismo que no era posible ejercer en Novedades. Con ese argumento, me contrató de inmediato para la primera edición de Últimas Noticias de Excélsior con Francisco Cárdenas como mi jefe, y el señor Villalobos Alcalá como jefe de edición. En esos tiempos uno tenía que hacer méritos al menos un año para poder dar el brinco al matutino a Excélsior.

      Por instrucciones del subdirector, Manuel Becerra Acosta, un buen día pasó al matutino. Comenzó a cubrir temas educativos y, ya entrados los años setenta, le asignan investigar y escribir sobre la guerrilla en México. Estuvo atento a los grupos armados que luego dieron mucho que hablar en el país. Así, publicó la nota del primer desaparecido forzado en la historia de México: el profesor Epifanio Avilés Rojas, desaparecido el 18 de mayo de 1969 tras ser detenido por el ejército y ser llevado en un avión militar de Atoyac al Campo Militar Número 1. Su delito: mostrar interés por la organización social y dejar ver su indignación por las injusticias, sobre todo las que se cometen en contra de los más necesitados.

 Periodismo de investigación

El 20 de noviembre de 1971 se registró en el país uno de los primeros secuestros por parte de las guerrillas: el del doctor Jaime Castrejón Díez, en ese entonces rector de la Universidad Autónoma de Guerrero y dueño de las embotelladoras Yoli y Coca Cola. Yo lo cubrí y le di seguimiento. A la par comenzaron a multiplicarse las expropiaciones bancarias, como esos grupos llamaban a los asaltos a los bancos. Luego, en tiempos de Luis Echeverría, conocía yo los temas educativos, de guerrilla y de desapariciones forzadas. Por azares del destino fui asignado a la fuente agraria con sus tomas de tierras, desalojos, y masacres de campesinos ?explica Reveles.

      El periodismo de investigación “es algo más que darle voz a los sin voz”:

     Es un vehículo transmisor de quejas y denuncias ciudadanas, o de víctimas de algún delito, violación, amenaza, atentado o injusticia. Siempre se está del lado de las víctimas sin caer en la información unilateral, pues se debe dar al lector un contexto. De esa forma, el periodismo de investigación siempre está del lado de los más desfavorecidos por una razón elemental: es a quienes se les cierran las puertas de la justicia, a quienes les fabrican culpas, a quienes torturan, a quienes condenan siendo inocentes y quienes sufren la impunidad de los perpetradores que nunca son castigados. No es, sin embargo, una militancia sino una forma de solventar lo que los gobiernos no ven, siendo su obligación hacerlo.

      Periodistas como él, asegura, pueden llegar a sentir el temor de alguna amenaza:

     Pero no por eso habría que rehuir los temas”.

      José Reveles también ha trabajado en otros medios de comunicación, como Proceso y El Financiero, y entre sus numerosos libros destacan Échale la culpa a la heroína (2015), El Chapo: entrega y traición (2014), El affair Cassez (2013), Narcomexico (2012), El cártel incómodo (2010), Levantones, narcofosas y falsos positivos (2010), Las historias más negras (2000) y su célebre best seller, Las manos sucias del PAN (2000).

      Ahora está dedicado, sin dejar de investigar sobre los temas que le han dado lustre a su actividad periodística en el rescate de la memoria del edificio que fuera sede de la Dirección Federal de Seguridad, apéndice de la Secretaría de Gobernación, creada en 1947 y desaparecida en 1985 luego que su titular José Antonio Zorrilla fuera es acusado de ser el asesino intelectual del periodista Manuel Buendía el 30 de mayo de 1984. Desde el sótano, por donde entraban los detenidos que después eran torturados, desaparecidos o muertos, construye un sitio de memoria histórica.

     ¿Qué le ha dejado el periodismo?

     Tres divorcios y tres hijos, cada uno con su mamá propia, porque no hay esposa que aguante tantas ausencias, responde con la mirada baja, las mejillas sonrosadas, y una sonrisa indefinida.

 La peligrosidad y las redes

¿Cómo se fue especializando en los vericuetos de la nota roja que, con el tiempo, convergiría en los demonios del narcotráfico y la violencia social?

      Siempre digo que por la puerta falsa, pero en verdad por la entrada alternativa de los derechos humanos se dio esa oportunidad de darle valor a la tradicional nota policial, cuando ya el país, a partir de los noventa, era el vivo reflejo de la nota roja, la cual fue saliendo de su confinamiento en secciones especializadas en la medida en que aportaba contextos, documentación, memoria sobre temas criminales que rebasaban con mucho a la vieja nota de policía. La política se fue judicializando, la justicia se politizaba; la corrupción, la injusticia y la impunidad entraban en categorías criminales como nunca antes. A la medida del crecimiento exponencial del narcotráfico, la delincuencia organizada y la violencia social hubo que ganar terreno en los lenguajes y en las formas de investigar para desentrañar los cómo, los por qué, los para quiénes y los para qué que el poder no sabía aportar…

      ¿Ha peligrado su escritura debido a las propias circunstancias informativas?, ¿no es peligroso ya el ejercicio periodístico?, ¿qué lo diferencia ahora del que se hacía, digamos, hace una década, cuando las redes eran aún incipientes?

      La escritura no peligra; el ejercicio periodístico es el que se ha convertido en riesgo total. Veo que la proliferación de las redes obliga a una redacción más cuidadosa, más atractiva para el lector, más cercana a la literatura si es posible, más entrañable para las víctimas de todo tipo de violencias, las del gobierno y sus agentes, las de los jueces y las de la criminalidad. Investigar, llegar al fondo de cada tema, exige cercanía física a los problemas y eficacia en el hallazgo de fuentes documentales y testimonios que sean la puerta de entrada incluso a los secretos más deliberadamente ocultos.

Vida eterna para el papel

Usted ha laborado en diversos medios de papel, que ahora son alarmantemente denostados, ¿cuál podría ser el delgado hilo diferenciador entre el periodismo de la web y el periodismo de papel?

      Por razones de edad, entre otras (tengo 75 años), no me tocó hacer periodismo en la web y no me es fácil juzgar a quienes lo ejercen. Creo que el periodismo impreso debe exhibir el músculo con formas impecables de expresión, con apego a las realidades plurales, con acercamientos lo más honestos posibles a la verdad que vislumbramos, sin aceptar presiones ni negociaciones, con respeto a los personajes que ofrecieron testimonios y a los lectores que depositan su confianza en nosotros. Siempre existirá el periodismo de papel. Y los libros también. Ya habrá tecnología para ver en qué forma, pero les auguro vida eterna.

      Los periodistas hoy en día son héroes anónimos sin que la sociedad pueda percatarse de ello…

      Si los periodistas se convierten en héroes es porque murieron o fueron eliminados, hayan sido famosos o desconocidos. Ser héroe no debe estar entre las prioridades de quienes ejercemos este gozoso y sacrificado oficio. Nos debemos a nuestros lectores, a nuestros escuchas o televidentes, a los activos amantes de las redes, pero sin buscar sacar provecho de nuestra actividad, más allá de la credibilidad y la confianza de quienes se asoman a nuestro trabajo.

Leer y escribir poco

Muchos periodistas de renombre están enriquecidos por su trabajo en los grandes medios, y usted sigue caminando con su sencillez a cuestas…

      Cada quien es libre de escoger su camino. La vida profesional me llevó a estar siempre del lado de los desposeídos, de los excluidos de las riquezas y de la justicia, expulsados de su propia vida porque son desaparecidos, porque son desplazados de su tierra o migrantes, de la paz y la convivencia familiar porque alguien los ejecutó.

     ¿Ya no es posible hacer revistas, como en el siglo XX, abocadas a la prensa policiaca, a la prensa negra o roja? ¿Por qué?

      Creo que si se involucran en la literatura, en el así llamado “género negro”, encontrarían multitud de lectores. Pero entonces hay que resolver el dilema económico: esas revistas no alojan, sino alejan, a los anunciantes del gobierno o de la iniciativa privada. Entonces deberían vivir de la circulación, como ocurría con los pasquines que, en los años cincuenta del siglo pasado (El Pepín, El Chamaco, El Libro Vaquero, Memín Pinguín, entre otros) podrían imprimir hasta medio millón de ejemplares y venderlos. Inimaginable en tiempos de redes digitales, en donde la precondición es leer poco y escribir en unos cuantos caracteres.

  

Nuevos procesos literarios

Ahora es conocido más como hacedor de libros. ¿Es el periodismo una literatura sin ficción?

      Las casas editoriales se interesaron en trabajos de más largo aliento escritos por los mismos periodistas que habían publicado en medios más efímeros (diarios, revistas, radio, televisión, grupos de investigación) para lanzarlos al mercado en forma de libros. Sin temor a equivocarme, hay más de 200 periodistas mexicanos que han publicado medio millar de títulos sobre temas que los libreros estiman son interesantes para sus públicos. Los más exitosos venden varios centenares de miles de ejemplares. Literatura sin ficción, suelen llamar los editores al libro simplemente periodístico, pero recientemente surgió un par de novedades: la novela histórica (que da permiso para opinar largamente y no obliga a demostrar la veracidad de algunas afirmaciones) y la historia novelada, en la que el autor suelta la pluma (o la computadora) para echar a volar libremente las metáforas y muchos más giros líricos paralelos o entreverados en la trama propiamente histórica.

      El más reciente libro suyo es una antología de sus mejores crónicas periodísticas. ¿Es posible reunir en un volumen el decir o el estilo definitivos de un autor?

      Una antología tiene siempre un pecado original: la discriminación de textos. Lo que aparece como un todo en el libro madre se recrea en retazos para armar un volumen que entonces se muestra a la manera de un collage en la pintura. La temática es diversa, es versátil (recuerdo a mi suegro cubano despotricando contra la versatilidad o contra los cantantes que lo mismo interpretaban rancheras que bolero, tango, baladas y tropicales), pero trata de respetar el estilo periodístico que consiste en ofrecer contextos, puntos de vista diferentes e incluso opuestos, aportaciones documentales, testimonios y todo lo que ayude a entender el por qué de cada historia.



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