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Opinión Columna


Tiempo para aprender y huelgas magisteriales


Publicación:16-06-2018
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Habrá que pensar en un cambio legislativo que, sin afectar el derecho laboral de los docentes, prohíba perjudicar a los niños y jóvenes del país.

 

El concepto de "oportunidades de aprendizaje" alude a las condiciones y momentos adecuados para que las personas adquieran conocimientos, habilidades y destrezas. Aunque parezca tautológico, uno no puede aprender si no tiene oportunidad para hacerlo.


La escuela es una organización especializada en diseñar e implementar oportunidades de aprendizaje, que selecciona, prioriza y ordena en el tiempo. Todo proceso de aprendizaje requiere de tiempo de dedicación. Por ello en los planes y programas de estudio de todos los niveles educativos se definen los tiempos necesarios para aprender los contenidos de una u otra asignatura. La extensión de estos tiempos cambia según la dificultad del tema por aprender.


Se sabe que el tiempo por sí mismo no garantiza el aprendizaje de los estudiantes, pues éste requiere de una motivación por aprender, de buenos métodos de enseñanza, así como de tiempos y ritmos pedagógicos adecuados. Sin embargo, el aprendizaje no ocurre sin que se le dedique el tiempo necesario y se le afecta seriamente cuando se le interrumpe por días o semanas. Los niños que no van a la escuela no tienen muchas oportunidades para aprender, a menos que la familia se avoque a suplir el papel de la escuela. Aun en este caso, los niños no podrán aprender ciertos conocimientos y habilidades.


Por lo anterior, las huelgas magisteriales de la CNTE que hoy padecemos en la ciudad, además de incomodar a los ciudadanos —que sufren el desquicio del tráfico capitalino debido a las marchas y plantones— y a los padres de familia —que los obligan a cuidar a sus hijos en horas laborales—, afectan negativamente el desarrollo intelectual de los escolares que, al no tener clases, pierden las oportunidades para aprender. Esta pérdida es irreparable, pues, aunque se reponga el tiempo de instrucción posteriormente (después de la huelga), nunca el estudiante alcanzará los niveles de aprendizaje que pudo desarrollar si el proceso de enseñanza no se hubiera interrumpido.


Una evidencia de que los tiempos perdidos de aprendizaje no se reponen proviene de la investigación con estudiantes que ingresan tardíamente a la escuela o que han reprobado algún grado escolar. Aunque el sentido común nos diría que no hay razón por la cual estos estudiantes no alcancen los mismos niveles de aprendizaje que sus compañeros, la investigación nacional e internacional señala que los estudiantes que se rezagan no logran reponer del todo el aprendizaje perdido en su momento, por lo que en promedio su aprovechamiento escolar será inferior al de sus compañeros.


Otras investigaciones, basadas en los resultados de las evaluaciones de aprendizaje que publica el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), han demostrado que, de los muchos factores que potencialmente pueden incidir en el rendimiento académico de los estudiantes, el más importante es el tiempo de instrucción. Esta conclusión fue el resultado de un estudio que se propuso responder a la pregunta: ¿Qué hace que una escuela de bajos recursos económicos tenga mejores resultados de aprendizaje que otra? La respuesta fue simple y contundente: que los docentes asistan a clases, que lleguen temprano y que no se ausenten de la escuela en horas laborales.


En síntesis, las oportunidades para aprender que se desperdician en huelgas magisteriales no se reponen del todo. Por ello la reposición de clases que prometen los docentes huelguistas para no afectar, a la larga, a sus alumnos es una quimera que solo engaña a los ingenuos y a quienes no están al tanto de la investigación educativa. Las huelgas magisteriales son un lastre para los estudiantes, pues al interrumpir el tiempo y el ritmo de aprendizaje les hace desperdiciar un capital cognitivo, que no podrá ser repuesto en su totalidad.


Por lo anterior, vale preguntarse: ¿cuánto le cuesta al país el desperdicio cognitivo de una huelga de la CNTE y por qué el Estado deja que los niños y jóvenes del país paguen los "platos rotos"? Habrá que pensar en un cambio legislativo que, sin afectar el derecho laboral de los docentes, prohíba perjudicar a los niños y jóvenes del país.



« Redacción »
Eduardo Backhoff Escudero


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