En México hay un problema de mala nutrición en niñas, niños y adolescentes, sobre el cual hay consciencia e información, pero no necesariamente existe un sentido de urgencia sobre la situación o una estrategia efectiva de políticas públicas articuladas para atenderla.

El reto del país en materia de malnutrición tiene dos caras.

Por un lado, está la desnutrición, ya que 2 de cada 10 niños y niñas menores de 5 años carecen de suficientes nutrientes para asegurar su desarrollo, lo cual resulta en deficiencias de talla, desarrollo motor retrasado, habilidades sociales deficientes y carencias de aprendizaje, entre otros problemas. Aunque la prevalencia de desnutrición crónica ha descendido (pasó del 21.9% en 1999 al 10% en 2016, según la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición), todavía es necesario culminar esta tarea inconclusa por medio de acciones de reducción de pobreza, mejoras en la educación, acceso a alimentos de calidad, fomento a la lactancia materna e incremento en las condiciones de saneamiento.

Por otro lado, están el sobrepeso y la obesidad, que se presentan en 3 de cada 10 niños y adolescentes en edad escolar y que tienen consecuencias para la salud, a partir del desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes o la hipertensión arterial.

El crecimiento exponencial del problema de sobrepeso y obesidad infantil y adolescente en México obedece a la existencia de un ambiente obesogénico: un entorno que influye en las preferencias personales para consumir productos comestibles altos en calorías, azúcares simples, grasa y sal, y bajos en calidad nutricional. La presencia constante de bebidas altamente azucaradas y alimentos ultraprocesados, ofrecidos a precios muy bajos y con información nutricional en etiquetas poco claras, conduce a malas elecciones alimentarias.

El gobierno conoce la problemática de la malnutrición infantil y está tomando acciones, pero necesita acelerar los esfuerzos para atenderla. El presidente Andrés Manuel López Obrador ha mencionado varias veces en su conferencia mañanera que la nutrición es un tema pendiente en México, recalcando la importancia de la atención preventiva, la buena alimentación y la práctica de actividad física.

Esto es tan solo una parte del esfuerzo, pues para disminuir la doble carga de malnutrición también se requiere mejorar la capacidad del sistema de salud en México para prevenir, diagnosticar y monitorear problemas de nutrición. Pero también, hay que crear un entorno saludable en el que la información que se brinda a los padres y cuidadores orienten hacia mejores elecciones alimentarias. La actualización y revisión de la normatividad que promueva el consumo de alimentos sanos, comenzando por un etiquetado frontal claro y fácil de entender es también un paso esencial y urgente que se debe dar a nivel nacional.

Sobre este punto, celebramos el esfuerzo y compromiso de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, la cual ha aprobado recientemente la propuesta del etiquetado frontal para que se discuta próximamente en pleno.

Estas recomendaciones que hacemos desde UNICEF, las planteamos basados en evidencia y buenas prácticas nacionales e internacionales. Adoptar un enfoque preventivo que no espere a que las personas desarrollen enfermedades crónicas vinculadas a la malnutrición no sólo es una vía adecuada y correcta, sino que además reduce el gasto en salud, ya que, en el corto, mediano y largo plazo, se disminuyen los costos de atención y el tratamiento médico de las enfermedades crónicas que son fruto del sobrepeso y obesidad.

Desde UNICEF seguiremos apoyando para acelerar los esfuerzos mencionados y atender este problema, prestando atención en las acciones preventivas.

Para poder alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2030, especialmente aquellos relacionados con la nutrición de niños, niñas y adolescentes en México se requiere que todos los actores, especialmente en el gobierno, actúen alineados y coordinados en torno al mismo objetivo de una nutrición adecuada para todos.