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Siempre hay un camino donde andar: Antón Joroshmanov


Publicación:23-10-2019
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El bailarín Antón Joroshmanov dice que se necesita mucha fortaleza para continuar en el baile: él la tiene. Y nos cuenta su historia…

México.— Antón Joroshmanov (1984), solista de la Compañía Nacional de Danza (CND), dice que ser bailarín es una carrera que requiere de “sacrificios en todos los aspectos”, porque “el trabajo es duro” y “se acaba muy pronto”. Además, en Cuba enfrentan muchas carencias.

El duro inicio

Aunque nació en Kiev, Ucrania, de donde es originaria su madre, a los cinco años de edad se mudaron a Cuba, lugar natal de su padre, donde inició su carrera de ballet en una escuela vespertina: de las 18 a las 21 horas:

—Mi mamá me llevó, me quedé y me empezó a gustar. Al final fui casi el único niño en la escuela. Entonces todas las niñas querían bailar conmigo, pues no había más hombres. La barra me quedaba muy alta en aquel momento. Todo ese proceso fue gracias a mi madre. Fue lindo…

En entrevista con Notimex luego de una clase en la CND, donde a veces funge como profesor de sus compañeros —lo cual ha sido un reto para él, según confiesa—, relata que a los nueve años de edad ingresó a la Escuela Nacional de Arte, en Camagüey:

—Llevábamos ballet, francés, repertorio, danza de carácter… pero en las tardes tomábamos matemáticas, física, español. De todo. Si reprobabas un examen, te sacaban de la escuela. Era un poco dura la escuela. Hasta los sábados a veces teníamos clases.

Antón Joroshmanov

El desarrollo

Joroshmanov —quien se graduó en el año 2001 a los 18 años de edad, tras lo cual ingresó al Ballet de Camagüey de Cuba— indica que en la isla “el deporte, la medicina y el ballet” están en el nivel más alto del interés educativo e incluso se aseguraba que “se podía vivir de esta última carrera”, aunque había que "sacrificar muchas cosas”:

—Es una carrera muy corta. Llega un momento en que ya a los 38 o a los 39 años la carrera del bailarín se acaba. Al contrario de una licenciatura en letras o de una maestría en matemáticas, profesiones con las que puedes ejercer toda la vida. O un músico, que puede seguir tocando en orquestas. ¡Nosotros, por desgracia, no!

Joroshmanov tiene 35 años de edad.

En Camagüey, en el centro geográfico de la isla cubana, comenzó en el nivel más bajo de la compañía del ballet, que lo obligaba a asistir a los ensayos varias horas al día, a partir de las cuatro de la tarde, cuando el resto de los bailarines ya se había retirado, hecho que lo motivó a trabajar férreamente para llegar a un nivel mayor.

Aunque no se graduó en La Habana, afirma que Camagüey “es una buena escuela”. Incluso el maestro Fernando Alonso (1914-2013), uno de los fundadores del Ballet Nacional de Cuba, la compañía más conocida de Cuba, dirigió el Ballet de Camagüey por mucho tiempo.

—Cuando eres solista, primer solista o primer bailarín —dice Joroshmanov—, las exigencias son mucho más severas. Entonces, si no tienes saltos, giros, el pas de deux con las chicas, está muy difícil para un hombre tener una carrera privilegiada como la tengo yo.

Por ello ha podido participar en diversos ballets tanto en México como en Cuba: El Lago de los Cisnes, La Bella Durmiente, El Cascanueces, Coppélia, Don Quijote y Francesco, entre muchos otros.

Antón Joroshmanov

No apto para hombres

Una situación anómala que se daba hace algunos años en Cuba consistía en que el ballet… ¡no era apto para hombres!, creencia que se tenía pese a que la cultura estaba generalizada entre mujeres y hombres:

—También hay que vivir con eso y seguir hacia delante. Es mi carrera y es lo que yo decidí, lo que me gusta, lo que me encanta hacer, aquí estoy— expone Antón, quien ha pisado escenarios en Estados Unidos, El Salvador, Costa Rica, Colombia y Paraguay.

Tal creencia “ha cambiado”, lo cual contrasta con la repentina escasez de bailarines, ya que, empezando por el Ballet Nacional de Cuba, de pronto el número masculino se diluye en cierto momento:

—Se van porque quieren explorar otras latitudes. Por ello las graduaciones que antes eran de 15 a 20 hombres ahora son de mucho menos. A veces cuando voy de visita a Cuba los mismos amigos me dicen: “¡Ojalá hubiera sido bailarín!” Es una vida que te abre las puertas al mundo. No solamente dentro de Cuba te das a conocer, sino tienes la posibilidad de salir más que el resto de las personas.

Sin embargo, las condiciones políticas y económicas que se viven en la isla también afectan a esta disciplina artística, donde los bailarines practican en un salón casi en ruinas o en un piso sin linóleo, además de usar zapatillas con cinta para prolongar su vida útil:

—He ido al Ballet de Camagüey y, la verdad, sufro mucho cuando voy por las condiciones lamentables en las que se desempeñan los bailarines. Por eso pienso que a veces nosotros, aquí en la Compañía Nacional de Danza, nos quejamos de más. Y, lo peor, es que hay algunos extranjeros que les dan trabajo aquí… ¡y están exigiendo más cosas!

Aunque la compañía a la que perteneció cuenta con un taller para elaborar las zapatillas, pues las bailarinas requieren al menos un par por mes, Antón dice que en ocasiones es escasa la materia prima para hacerlas. Entonces les toca recibir menos, motivo por el cual deben reciclarlas.

Cuando viaja a Cuba trata de llevar zapatillas usadas de punta o medias puntas que consigue de sus compañeras, a quienes se les vencen ya no sirviéndoles, pero que para una bailarina cubana “son como oro en bruto”; porque las vuelven a utilizar, e incluso a veces llevan zapatillas para hombres.

—Deberíamos de dar gracias que aquí en la Compañía Nacional de Danza en México tenemos estos grandes salones, el piano, clases con los pianistas, ¡hasta terapia y un doctor que nos surte el medicamento! En Cuba, desgraciadamente, no hay nada de esto. ¡Y me duele!

Estancia en México

Antón Joroshmanov llegó a México en 2009 para visitar a su madre, quien se había mudado a San Miguel de Allende, Guanajuato. Ya estando aquí, aprovechó su estancia para presentarse en unas audiciones en la Compañía de Danza Clásica y Neoclásica de Jalisco, donde fue admitido, quedándose ahí alrededor de año y medio:

—Siempre como bailarín sabes dónde hay audiciones, qué compañía está muy bien, los beneficios, el repertorio. También se escuchaba que a la Compañía Nacional de Danza era muy difícil entrar, porque había un alto nivel dancístico—, cuenta respecto a probar suerte en la capital mexicana.

Si bien se presentó en la CND, sólo le ofrecieron la categoría de corifeo, oferta que rechazo porque en Guadalajara estaba como primer solista. No obstante, un año después le llamaron para darle una plaza de solista en la CND, la cual aceptó sin dudarlo un momento:

—Decidí venir por el repertorio que tenían, por las instalaciones y por el salario, que era un poco mejor que en ese momento recibía en Guadalajara. Cuando llegué a la Ciudad de México en 2010 había mucho repertorio de Balanchine, de Cranko… me tocó bailar La Fierecilla Domada.

Aunque fue un amplio repertorio el que tuvo oportunidad de bailar, “hay varios derechos de obras que actualmente no se tienen en la Compañía, pero se está tratando de volver a conseguirlos para continuar con el gran catálogo”:

Joroshmanov piensa que su principal fortaleza como bailarín es precisamente “la fuerza”, ya que se requiere de mucha para poder cargar a las mujeres, razón por la cual se considera un buen partenaire (pareja) para ellas:

—Los cubanos somos muy buenos girando, saltando, bailando en pareja para los pas de deux que se requieren en las galas, donde el hombre las hace lucir lindas. Fernando Alonso siempre decía al bailarín: “La que se tiene que ver linda es ella, no eres tú. Porque tú estás detrás, ella es quien luce”.

Antón Joroshmanov sigue trabajando física y mentalmente, aprendió de sus tropiezos y se levantó con más fuerza, por lo que aún continúa como bailarín activo en un salón junto con otros 70 bailarines:

—La competencia es dura —revela—. Y llegar a solista, primer solista o primer bailarín te cuesta mucho. En la mañana tengo que ir a la Compañía y trabajo hasta las cuatro de la tarde. Yo soy fuerte, así me duela el cuerpo. Llego a mi casa y me pongo hielo, casi me meto en el refri para recuperarme…

El bailarín, además de su labor en la CND, va de un lado a otro dando clases, como recientemente en Tamaulipas, donde también participa en una gala. Y desde hace diez años viaja constantemente a Paraguay, país en que en 2016 le otorgó la distinción de “Visitante Ilustre de la ciudad de Asunción” por su trayectoria como bailarín:

—Me gustaría dar clases permanentes aquí en la Compañía o quedarme como maestro, no sé. Las cosas a veces van fluyendo, se van dando solas. Mi madre siempre decía: “Dios aprieta, pero no ahorca”. Entonces siempre hay un camino donde andar. Si ahora tengo que seguir bailando seguiré bailando, pero no lo haré toda la vida…



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